miércoles, 24 de febrero de 2010

LA ROCHEFOUCAULD :AFORISMOS EXTRAORDINARIOS

François de la Rochefoucauld
1613-1680. Escritor francés.


El verdadero amor es como los espíritus: todos hablan de ellos, pero pocos los han visto

Tres clases hay de ignorancia: no saber lo que debiera saberse, saber mal lo que se sabe, y saber lo que no debiera saberse.


Cuanto más se ama a un amante, más cerca se está de odiarlo


Si no tenemos paz dentro de nosotros, de nada sirve buscarla fuera.

No hay disfraz que pueda largo tiempo ocultar el amor donde lo hay, ni fingirlo donde no lo hay.

Si juzgamos el amor por la mayor parte de sus efectos, se parece más al odio que a la amistad.

Lo que hace que los amantes no se aburran nunca de estar juntos es que se pasan el tiempo hablando siempre de sí mismos.

Ponemos más interés en hacer creer a los demás que somos felices que en tratar de serlo.

Para tener éxito debemos hacer todo lo posible por parecer exitosos.

La intención de no engañar nunca nos expone a ser engañados muchas veces.

Es necesario tener tanta discreción para dar consejos como docilidad para recibirlos.

La esperanza y el temor son inseparables y no hay temor sin esperanza, ni esperanza sin temor.

Conocer las cosas que lo hacen a uno desgraciado, ya es una especie de felicidad.

Si tuviésemos suficiente voluntad casi siempre tendríamos medios suficientes.

Los espíritus mediocres suelen condenar todo aquello que está fuera de su alcance.

El mejor medio de conservar los amigos es no pedirles ni deberles nada.

La libre comunicación de los pensamientos y las opiniones es uno de los derechos más preciados por el hombre.

La esperanza, no obstante sus engaños, nos sirve al menos para llevarnos al fin de la existencia por un camino agradable.

La verdadera prueba de que se ha nacido con grandes cualidades estriba en haber nacido sin envidia.

Prometemos según nuestras esperanzas y cumplimos según nuestros temores.

Nuestra envidia dura siempre más que la dicha de aquellos que envidiamos.

El daño que hacemos no nos trae tantas persecuciones y odios como nuestras buenas cualidades.

La gratitud de muchos no es más que la secreta esperanza de recibir beneficios nuevos y mayores.






La ausencia disminuye las pequeñas pasiones y aumenta las grandes, lo mismo que el viento apaga las velas y aviva las hogueras.

Nunca se tiene la libertad de amar o de dejar de amar.

Se perdona mientras se ama.

Los hombres no vivirían mucho tiempo en sociedad si no se engañaran unos a otros.

Es más vergonzoso desconfiar de los amigos que ser engañado por ellos.

Es muy difícil que dos que ya no se aman, riñan de verdad.

Si quieres tener enemigos, supera a tus amigos; si quieres tener amigos, deja que tus amigos te superen.




Más traiciones se cometen por debilidad que por un propósito firme de hacer traición.

La confianza sirve en las conversaciones más que el ingenio.

Lo que hace que la mayoría de las mujeres sean tan poco sensibles a la amistad es que la encuentran insípida luego de haber probado el gusto del amor.

Las personas afortunadas se corrigen poco: Creen tener siempre razón mientras la fortuna sostiene su mala conducta.

Los celos se nutren de dudas y la verdad los deshace o los colma.

Aunque los hombres se jacten de sus grandes acciones, muchas veces no son el resultado de un gran designio, sino puro efecto del azar.

Amamos siempre a los que nos admiran, pero no siempre a los que admiramos.

A los viejos les gusta dar buenos consejos, para consolarse de no poder dar malos ejemplos.

La vejez es un tirano que prohíbe, bajo pena de muerte, todos los placeres de la juventud.

Como pretendes que otro guarde tu secreto si tú mismo, al confiárselo, no los has sabido guardar.