viernes, 29 de enero de 2010

VÌCTOR HUMAREDA :VIVIR Y MORIR POR EL ARTE


















Víctor Humareda Gallegos, nació en la ciudad de Lampa el 6 de marzo de 1920, hijo de Emilio Humareda Caballero y Eudocia Gallegos Andia, empezó a dibujar con lápices de colores a muy temprana edad, iniciandose copiando la “Escuela de Atenas” de Rafael.
Su pasión por la belleza se refleja en este relato...en que jugando un partido de fútbol representando a Lampa, él había logrado driblear a tres jugadores y sin darse cuenta estaba solo frente al arquero del equipo rival, como se puede imaginar, marcar el gol era inevitable para nuestro joven artista pues en sus pies estaba la gloria de su equipo y de su tierra, pero el mismo en el lugar se quedo paralizado con los ojos fijos en el horizonte. ¿Qué había distraído a nuestro artista? El joven tan solo había quedado extasiado en ese mismo momento con la puesta del Sol sin importarle nada.

A partir de ello, el mismo Humareda señala que se sintió empujado a buscar el color, descubrir los contrastes las tonalidades de la naturaleza; los ocres.A los 18 años viaja a Lima para estudiar en la Escuela de Bellas Artes, ingresando a la misma en 1938, pero por múltiples problemas económicos se retira para continuar nuevamente desde 1941 a 1947; culminando sus estudio es becado a la Argentina a la que viajo en 1950; de paso por Lampa se le encarga pintar la Calle Pardo frente a la casona Macedo, obra que hoy se exhibe en la Dirección de la Escuela Nro. 871.Ya en Buenos Aires, ingresa a la Escuela “Ernesto de la Carcova ”, ya en allí se familiariza con los arlequines, escenas bohemias y circenses; vuelve a Lima en 1952 y en 1954 ocupa la tan conocida habitación 283 del Hotel Lima, en la Parada, la zona más peligrosa de la capital, pero su arte le daba un salvoconducto para transitar ileso por aquel lugar,donde de morador de La Parada y merodeador de mujeres bellas, muchos sin conocerlo decían que era un borracho perdido,transitaba solitario impenitente,que se pasaba la vida en bares de baja estofa,lo cierto es que el pintor de Lampa era abstemio por elección y marginal por vocación. Su mundo estaba poblado de arlequines, quijotes y seres olvidados por Dios y por los hombres, amaba a Marilyn, a Toulouse Lautrec a Goya, a los toros y a Beethoven, de afuera parecía un sujeto estrafalario y medio chiflado, los que lo conocieron desde dentro sabían que cultivaba la pose y el gesto sólo para defenderse.Gustó de representar en sus cuadros, arlequines, multitudes en procesiones, mítines y rincones de Lima, expresado con color y fuerza, él es otro de los importantes expresionistas de nuestro horizonte artístico. Entre sus obras tenemos Silencio en la noche y Quinta Heeren de noche,



También tenemos carboncillos como Abogados y reos, Arlequín acusado, tribunal correccional, La Santa Inquisición y La muerte de Danton.
En setiembre de 1966 viaja a Paris, feliz como un niño se embarco rumbo a la ciudad de la luz, una vez allí, se le fue la ilusión y con tristeza dolorosa pidió regresar a Lima; en 1970 muere su madre y a ella le dedica un cuadro con un profundo mensaje de dolor y soledad. Lentamente avanza en su cuerpo el cáncer a la laringe y es operado en 1983, y sigue pintando ahora con mascarilla en la boca para que las resinas y químicos de la pintura no lo dañen mas, en 1984 el Municipio de Lima, siendo alcalde Alfonso Barrantes Lingan, le otorga la Medalla Cívica de la ciudad, y ese mismo año se le extirpa la laringe y pierde totalmente la voz, por lo que las libretas se convirtieron en depositarias de su discreta ironía, de sus conversaciones con María Antonieta, de su aguda opinión sobre el mundo que lo rodeaba, de su búsqueda obsesiva del color, de su persistencia en un oficio que fue el eje de su vida, de su insubordinable vocación por la justicia; el dolor causado por el tratamiento con cobalto, es representado en un dibujo titulado “Inquisición en que simboliza” al médico como torturador y a nuestro artista como torturado, muy avanzada su enfermedad sufre un derrame
nasal y es hospitalizado gravemente, en la madrugada del 21 de noviembre en 1986, fallece en el Hospital de Enfermedades Neoplásticas, al día siguiente es enterrado en el Cementerio Presbítero Maestro en el cuartel Desiderio nicho 47-D, lugar donde puede visitarse al maestro, hay quienes dicen que en los alrededores del cuartel San Desiderio del Presbítero Maestro, una silueta de hombre con sombrero de copa baila boleros y tangos.















Durante muchos años sus obras estuvieron silenciadas sin reconocimiento alguno pero luego esta marginalidad fue reivindicada convirtiéndose en una genial expresión artística.



Teodoro Núñez Ureta: “Este pintor se mueve física y emocionalmente entre el desequilibrio y la hondura. Y así es su obra, vívida, mísera y grandiosa, no de tamaño, sino de espíritu.

Luis Felipe Tello: “En Víctor Humareda se da el caso poco frecuente en nuestro medio artístico de una continuidad de concepto y de estilo, que confiere a su lenguaje plástico personalidad y carácter de permanencia. La originalidad de la obra de Humareda ha permitido que más de un crítico se haya ocupado de su interpretación, encontrándose entre las más significativas apreciaciones la siguiente: la pintura de Humareda es de imágenes a veces tétricas, siempre burlonas, con manos crispadas, con rostros transidos por la angustia del dolor, del hambre, de la incertidumbre, imágenes expresadas con violencia, con sinceridad, con el alma volcada en el lienzo, matizadas con los colores de su paleta, colores muy suyos, de tonos sordos: sienas, verdes olivos oscuros, sobre los que, de repente, una que otra nota de color, vibrante, genial, rompe la lobreguez del cuadro.
Tal el mundo imaginativo y siempre cruel que nos transmite Humareda, con sus escenas viejas, de brujas, de mujeres de alegre vivir, de quijotes, de caballos espantados, de corridas de toros y peleas de gallos, de payasos pensativos, de desnudos, de danzas y procesiones, de calaveras y máscaras, escenas callejeras y nocturnas de los bajos fondos, de cantinas y boites; versiones todas de original expresión, en las que la tragedia se preludia, o donde se avisora la tragicomedia que el hombre actual y de siempre, que los artistas como Humareda viven intensamente tras las mil máscaras que obliga a usar el medio ambiente. En la obra de Humareda, los críticos han querido encontrar felices semejanzas con las imágenes plasmadas en sus lienzos y grabados por el eterno Francisco Goya o con los del atormentado José Gutiérrez Solana, recordando a los españoles; con los del belga James Ensor o con las del lituano-parisién Chaim Soutine; y aún con los de algunos notables expresionistas alemanes; pero para nosotros es y seguirá siendo, sencilla e inconfundiblemente, la obra personalísima y consagratoria del peruano Víctor Humareda.

MARTÌN ADÀN :ESCRITO A CIEGAS

E s c r i t o a c i e g a s







¿Quieres tú saber de mi vida?
Yo sólo sé de mi paso,
De mi peso,
De mi tristeza y de mi zapato.
¿Por qué preguntas quién soy,
Adónde voy?... Porque sabes harto
Lo del Poeta, el duro
Y sensible volumen de ser mi humano,
Que es un cuerpo y vocación,
Sin embargo.
Si nací, lo recuerda el Año
Aquel de quien no me acuerdo,
Porque vivo, porque me mato.


Mi Angel no el de la Guarda.
Mi Angel es del Hartazgo y Retazo,
Que me lleva sin término,
Tropezando, siempre tropezando,
En esta sombra deslumbrante
Que es la Vida, y su engaño y su encanto.
Cuando lo sepas todo...
Cuando sepas no preguntar...
Sino roerte la uña de mortal,
Entonces te diré mi vida,
Que no es más que una palabra más...
La toda tuya vida es como cada ola:
Saber matar,
Saber morir,
Y no saber retener su caudal,
Y no saber discurrir y volver a su principio,
Y no saber contenerse en su afán...
Si quieres saber de mi vida,
Vete a mirar al Mar.


¿Por qué me la pides, Literata?
¿Ignoras acaso que en el Mundo,
Todo de nadas acumuladas,
De desengrandar infinitudes,
No sino un trasgo
Eterno, sombra apenas de apetito de algo?
La cosa real, si la pretendes,
No es aprehenderla sino imaginaria,
Lo real no se le coge: se le sigue,
? para eso son el sueño y la palabra.
¡Cuídate de su atajo!
¡Cuídate de su distancia!
¡Cuídate de su despeñadero!
¡Cuídate de su cabaña!
¿Quién soy? Soy mi qué,
inefable e innumerable
Figura y alma de la ira.


No, eso fue al fin... y era al principio,
Antes de donde el principio principia.
Soy un cuerpo de espíritu de furia
Asentada y de aceda ironía.
No no soy el que busca
El poema, ni siquiera la vida...
pon un animal acosado por su ser
Que es una verdad y una mentira.
¡Es tan simple mi ser, y tal ahogo,
Con punzada en nervio y carne!...
Yo buscaba otro ser,
Y ése ha sido mi buscarme.


Yo no quería ni quiero ya ser yo,
Sino otro que se salvara o que se salve,
No el del Instinto, que se pierde,
Ni el del Entendimiento, que se retrae.
Mi día es otro día,
Algún no sé dónde estarme,
A dónde no sé ir en mi selva
Entre mis reptiles y mis árboles,
Libros y cementos
Y estrellas de neón.
Mujeres que se me juntan como la pared y como nadie...
o como madre,
Y el recién nacido que sobre mí llora,
Y por la calle
Todas las ruedas
Reales y originales.
Así es mi día cabal,
Hasta la última tarde.


El Otro, el Prójimo, es un fantasma.
¿Existe el aire,
Donde te asfixias y recreas
Respirando, tu cuerpo inane?
¡No, nada es sino la sorpresa
Eterna de tu mismo reencontrarte
Siempre tú los mismos entre los mismos muros
De las distancias y de las calles!
¡Y de los cielos estos techos
Que nunca me ultiman porque nunca caen!
Y no alcancé al furor de lo divino,
Ni a la simpatía de lo humano.


Lo soy y no lo siento ni así me siento.
Soy en el Día el Solitario
Y el absoluto en la Zoología si pienso,
O como carnívoro feroz si agarro.
¿Soy la Creatura o el Creador?
¿Soy la Materia o el Milagro?
¡Qué mía y qué ajena tu pregunta!...
¡Quién soy? ¿Lo sé yo acaso?
¡Pero no, el Otro no es!
¡Sólo yo en mi terror o en mi orgasmo!
¡Y con todos mis sueños resoñados,
Y con toda la moneda recogida,
Y con todo mi cuerpo, resurrecto
Tras cada coito, ciego, vano, sin pupila!...
¡Cuando no seas nada más que ser,
Si llegas a la edad de la agonía!...
¡Cuando sepas, verdaderamente,
Que es ayuntamiento de muerte y vida! ...
¡Entonces te diré quién soy,
Seguro sí, que ya sin voz, Amiga!
Que se curan con hierbas eficaces
Los puros animales que te hablan
Allá, entre piedras inmateriales
El mundo real y la ciencia humana,
Donde, con una pelota
Los muchachos aparentes hediondos gozaban.


Sí, la vida es un delirio así, y sin embargo,
En esa vida no estuvo mi nada,
Ninguna, pero real, pero celeste o volcánica.
¡Qué tarde llega el Tiempo
A su punto de olvido o de sensibilidad!
Viene arrastrando, como el aluvión,
De cúmulo, de suelo, de humanidad.
¡Cuán a destiempo llega uno a sí mismo!
¡Cuán inesperado y desesperado cualquier ya,
Todo yo que cae con el Tiempo
Desde nunca siempre y para siempre jamás!
¡Qué madrugada eterna no dormida
Lo del resolverme en el hacer y en el pensar!
La Soledad es una roca dura
Contra la que arroja el Aire.
Está en cada pared de la Ciudad,
Cómplice, disimulándose.
Me arrojo o me arrojo, sin cesar
Yo soy mi.impedimento y mi crearme.


La Poesía es, amiga,
Inagotable, incorregible, ínsita.
Es el río infinito
Todo de sangre,
Todo de meandro, todo de ruina y arrastre de vívido...
¿Qué es la Palabra
Sino vario y vano grito?
¿Qué es la imagen de la Poética
Sino un veloz leño bajo un gato írrito?
Todo es aluvión. Si no lo fuera,
Nada sería lo real, lo mismo.
El Amor no sabía
Sino tragarse su substancia
Y así la Creación se renovaba.


Todo me era de ayer, pero yo vivo;
Y a veces creo, y la Vez me amamanta.
No soy ninguno que sabe.
Soy el uno que ya no cree
Ni en el hombre,
Ni en la mujer,
Ni en la casa de un solo piso,
Ni en el panqueque con miel.
No soy más que una palabra
Volada de la sien,
Y que procura compadecerse
Y anidar en algún alto tal vez
De la primavera lóbrega
Del Ser
No me preguntes más,
Que ya no sé...
Supe que no era lo que no era, no sé cómo, y todo era
Hasta la cosa de mi nada.


Y fui uno no sé cuándo,
Persiguiendo, por entre numen y maraña
Dentro de ella, yo, nacido y flaco, ya con todas las armas,
Yo por todo paso que me hacía,
A ello persiguiendo... a la palabra
A cualquiera,
A la de la madriguera o a la que salta.
Si mi vida no es esto
¿Qué será la vida?... ¿Adivinanza?...
Que me dé tiempo el Tiempo, a más del.suyo,
Y yo me reharé mi eternidad;
Lo que me falta,
Porque la eché... me estuvo un momento demás.
¿Sabes de los puertos encallados,
Del furor y del desembarcar,
Y del cetáceo con mojadísimo uniforme,
Que no nada y cae ya?
¿Sabes de la ciudad tanta,
Que me parece ciudad,
Sino cadáver disgregado,
Innumerable e infinitesimal?
Tú no sabes nada;
Tú no sabes sino preguntar,
Tú no sabes sino sabiduría
Pero sabiduría no es estar
Sin noción de nada, sino proseguir o seguir
A pie hacia el ya.