jueves, 10 de diciembre de 2009

LA HISTORIA MÀS BELLA DEL FÙTBOL:IRAQ CAMPEÒN 2007












Iraq, otro de los milagros del fútbol



-POR JORGE BARRAZA-
Iraq ganó la Copa Asia 2007. Y lo hizo con un equipo que no supo de divisiones ni etnias: lo integraron chiitas, sunitas y kurdos, las tres facciones cuya pugna mantiene ensangrentado al país.

Iban 72 minutos en el Gelora Bung Karno Stadium, de Yakarta, Indonesia. Younis Mahmoud rezó a Alá para que el tiro de esquina cayera cerca de él; Alá concedió el deseo y Mahmoud aplicó el cabezazo de su vida. La pelota sorprendió al arquero saudita y se fue al fondo de la red. Fue el gol más importante en la historia de una nación: Iraq.

Con él, venció 1-0 en la final al poderoso Arabia Saudita, que buscaba su cuarto título, y la bandera blanca, negra y roja trepó el mástil: Iraq campeón de la Copa Asia. ¡Iraq…! El país más convulsionado del mundo campeón continental, el mejor entre 46 selecciones.

Solo en fútbol es posible tal milagro. En este reino donde el más desposeído puede calzarse la corona.

Iraq inscribió por primera vez su nombre en el historial, desde que se echó a andar la Copa Asia en 1956. Y lo hizo con un equipo que no supo de divisiones ni etnias: lo integraron chiitas, sunitas y kurdos, las tres facciones cuya pugna mantiene ensangrentado al país.

Cuando el juez australiano Mark Shield dio los tres pitazos del final, cientos de millones de iraquíes salieron atropelladamente a las calles en Bagdad, en Mosul, en Basora, en Najaf, Kerbala, Nassiriya, en cada pueblo o aldea del castigado país. Desafiando al peligro, a las advertencias, a las bombas. Reían, lloraban, bailaban, agitaban banderas. El odio, la muerte y la destrucción también se rindieron ante el poder del fútbol y pactaron una tregua en Iraq.

“No sé quién es chiita, sunita o kurdo en nuestro equipo. Lo único que sé es que somos iraquíes, nacimos así y vamos a seguir así”, señaló, eufórico, el centrocampista Haitham Khadir, uno de los Leones de la Mesopotamia, como les llaman a los miembros de la selección iraquí.

Sin embargo, el capitán y goleador, Younis Mahmoud, no regresó a su país. “Podrían matarme”, aseguró. Sus cinco goles (el equipo hizo 7 en total) fueron determinantes para la histórica conquista. “A pesar del sufrimiento de nuestro pueblo y de la mala preparación, luchamos duro en todos los partidos. Lo que nos mantuvo y nos hizo seguir fue nuestra determinación de brindar alegría a nuestra gente”, concluyó Mahmoud.

Dada la imposibilidad de hacerlo en su patria, la selección iraquí hizo su preparación en Jordania, aunque en una situación precaria. “Nos preparamos en condiciones inimaginables, sin ropa de entrenamiento e inclusive sufriendo una intoxicación alimentaria”, contó el brasileño Jorvan Vieira, entrenador del insólito campeón.

“En Iraq rige el todos contra todos, pero les dije a mis jugadores que en la selección no estábamos en guerra. Ahora están unidos, se besan, se toman de las manos, porque no se consideran enemigos”, agregó Vieira, quien confesó que tuvo que hacer de técnico, pero mucho más de psicólogo, de padre y de amigo de sus jugadores, debido a los traumas que llevaba cada uno: “A muchos les han matado familiares y amigos, incluso días antes de viajar a la Copa”.

Iraq arrancó con un modesto empate a un gol con Tailandia (en Tailandia), luego venció 3-1 a Australia, igualó 0-0 con Omán, superó 2-0 a Vietnam, aguantó el empate 0-0 con el siempre favorito Corea del Sur y lo venció por penales para llegar al dorado choque con Arabia Saudita. Por salir a festejar el pase a la final, hubo 56 muertos y 136 heridos en Bagdad, víctimas de los coches bomba.

Yashin Taha, un muchacho de 27 años del Kurdistán iraquí, fue uno de los tantos que celebró: “Respaldo a este equipo porque simboliza la diversidad. No tiene nada que ver con las selecciones de la época de Saddam”. La máquina de generar sonrisas también venció en Iraq.
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Los Leones de los dos Ríos, como los llaman en Irak, son los campeones de la Copa de Asia y por un rato la gente se olvidó de la guerra y de las diferencias para festejar. El héroe de la final no volverá a su país. "Podrían matarme", afirmó.
Estos jugadores que quedarán para siempre en la historia por haber ganado el primer título para su país, también lograron algo que no ocurría desde la ocupación estadounidense en el 2003, cuando se produjo el derrocamiento de Saddam Husseim, y es que el pueblo (shiítas, sunitas y kurdos) se olvidaran por un momento de las diferencias y salieran espontáneamente a las calles de Bagdad y las principales ciudades de Irak en reconocimiento a los campeones. El primer ministro, Nuri Al Maliki, había prohibido todo tipo de manifestación por la matanza de la semifinal, pero no pudo evitar el desborde. "Es una lección sobre la forma en que lo imposible puede triunfar y alzarse con la victoria. Espero que puedan vivir libres y victoriosos en un país en el que los asesinos no tendrán lugar", opinó Maliki, quien además prometió un premio de 10.000 dólares para cada jugador.
A pesar de las advertencias oficiales y de la prohibición de efectuar disparos durante los festejos (algo habitual por esos lados), ayer también hubo que lamentar víctimas y hasta anoche en las diferentes ciudades ya se hablaba de 14 muertos y 50 heridos.

En Irak, los resultados seguirán escribiéndose con sangre, pero el fútbol esta vez les dio una tregua.